EDUCADORES CON LOS PADRES DE FAMILIA,
DE LA GENERACIÓN DE MAÑANA
La Iglesia en el Documento de Trabajo: “EDUCAR HOY Y MAÑANA, una pasión que se renueva” del 07 de Abril del 2014, no anima a impulsar una formación continua
y la actualización permanente de los educadores, porque “es determinante y
solicita rigor y profundización, sin los cuales la enseñanza sería considerada
poco creíble, poco confiable y por lo tanto innecesaria. Tal formación es
urgente, si queremos poder contar, en un futuro, con educadores comprometidos y
preocupados por la identidad evangélica del Proyecto Educativo y de su
realización”. En efecto, no es deseable que en las escuelas católicas exista
“una doble población” de enseñantes; se necesita, en cambio, que trabaje un
cuerpo docente homogéneo, disponible a aceptar y a compartir una definida
identidad evangélica y un coherente estilo de vida”[1].
Pero en la formación de un niño, de una niña, de un joven, la base las ponen los padres de familia, como nos dice tan singularmente el ex presidente de Uruguay: "no le pidamos al docente que arregle los agujeros que hay en el hogar"
Tenemos que ofrecer una educación católica
auténtica que transmita “valores y principios vitales, no sólo para ayudar a
cada persona a crecer y a madurar, sino también para concurrir en la
construcción del bien común”[3],
haciendo de los colegios católicos una referencia de los valores para consolidar la “civilización del amor”.
“Efectivamente no se habla aquí del profesor como de un profesional
que se limita a comunicar de forma sistemática en la escuela una serie de
conocimientos, sino del educador, del formador de hombres. Su tarea rebasa
ampliamente la del simple docente, pero no la excluye. Por esto requiere, como
ella y más que ella, una adecuada preparación profesional. Ésta es el cimiento
humano indispensable sin el cual sería ilusorio intentar cualquier labor
educativa. Pero además la profesionalidad de todo educador tiene una
característica específica que adquiere su significación más profunda en el caso
del educador católico: la comunicación de la verdad”[4]. De esa verdad y de esos valores que se aprenden fundamentalmente en casa, de allí que la labor del educador está muy unida a su comunicación con las familias de sus alumnos, para consolidar la formación de los niños y jóvenes, que tendrán que gestionar la sociedad de mañana, que depende de la educación y del papel del educador hoy.
Como educadores, nos ha tocado un tiempo muy especial y privilegiado para vivir la vocación docente como servicio, en un liderazgo, que tienen mucho que ver con el acompañamiento como una tarea de ayudar a nuestros estudiantes a llegar a la puerta de la Sabiduría. Y este servicio no lo podemos hacer en solitario, o solo con los colegas; tiene y debe de ser necesariamente con los padres de familia.
[1] EDUCAR HOY Y MAÑANA, Una pasión que se renueva, Instrumentum Laboris, II,j
(2) Papa Francisco 20/05/2015
(2) Papa Francisco 20/05/2015
(3) EDUCAR HOY Y MAÑANA, Una pasión
que se renueva, Instrumentum Laboris, Introducción.
(4) El laico Testigo de la Fe en la Escuela Católica, 15 -16