LA TRAGEDIA DEL HIJO MAYOR
"Mientras nosotros seguimos clasificando a sus hijos, Dios nos sigue
esperando a todos", nos dice José Antonio Pagola, y compartimos su reflexión.
"Sin duda, la parábola más
cautivadora de Jesús es la del «padre bueno», mal llamada «parábola del hijo
pródigo». Precisamente este «hijo menor» ha atraído siempre la atención de
comentaristas y predicadores. Su vuelta al hogar y la acogida increíble del padre
han conmovido a todas las generaciones cristianas.
Sin embargo, la parábola habla
también del «hijo mayor», un hombre que permanece junto a su padre, sin imitar
la vida desordenada de su hermano, lejos del hogar. Cuando le informan de la
fiesta organizada por su padre para acoger al hijo perdido, queda
desconcertado. El retorno del hermano no le produce alegría, como a su padre,
sino rabia: «se indignó y se negaba a entrar» en la fiesta. Nunca se había
marchado de casa, pero ahora se siente como un extraño entre los suyos.
El padre sale a invitarlo con el
mismo cariño con que ha acogido a su hermano. No le grita ni le da órdenes. Con
amor humilde «trata de persuadirlo» para que entre en la fiesta de la acogida.
Es entonces cuando el hijo explota dejando al descubierto todo su
resentimiento. Ha pasado toda su vida cumpliendo órdenes del padre, pero no ha
aprendido a amar como ama él. Ahora solo sabe exigir sus derechos y denigrar a
su hermano.
Esta es la tragedia del hijo mayor.
Nunca se ha marchado de casa, pero su corazón ha estado siempre lejos. Sabe
cumplir mandamientos pero no sabe amar. No entiende el amor de su padre a aquel
hijo perdido. Él no acoge ni perdona, no quiere saber nada con su hermano.
Jesús termina su parábola sin satisfacer nuestra curiosidad: ¿entró en la
fiesta o se quedó fuera?
Envueltos en la crisis religiosa de
la sociedad moderna, nos hemos habituado a hablar de creyentes e increyentes,
de practicantes y de alejados, de matrimonios bendecidos por la Iglesia y de
parejas en situación irregular... Mientras nosotros seguimos clasificando a sus
hijos, Dios nos sigue esperando a todos, pues no es propiedad de los buenos ni
de los practicantes. Es Padre de todos.
El «hijo mayor» es una interpelación
para quienes creemos vivir junto a Dios. ¿Qué estamos haciendo quienes no hemos
abandonado la Iglesia? ¿Asegurar nuestra supervivencia religiosa observando lo
mejor posible lo prescrito, o ser testigos del amor grande de Dios a todos sus
hijos e hijas? ¿Estamos construyendo comunidades abiertas que saben comprender,
acoger y acompañar a quienes buscan a Dios entre dudas e interrogantes?
¿Levantamos barreras o tendemos puentes? ¿Les ofrecemos amistad o los miramos
con recelo?".
Jorge Antonio Mansen Bellina, cmf
Trujillo, 16 de marzo del 2016
FUENTE:
RELIGIÓN DIGITAL
IMÁGENES: GOOGLE
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